Prensa



http://www.alternativateatral.com/obra30863-fresa-chocolate

http://lapiaf.com.ar/w2013/?p=883




http://teatrosargentinos.blogspot.com.ar/2014/03/estreno-fresa-y-chocolate.html


http://www.tranviasydeseos.com.ar/index.php?option=com_k2&view=item&id=5377%3Afresa-y-chocolate-en-teatro-la-mueca&Itemid=140



http://www.elsubeybaja.com/cartelera/fresa-y-chocolate








Nota en Radio Del Buenaire al director Leonardo Gavriloff. Por Leandro Landin (5/4)




Nota de agenda a Leonardo en Radio Nacional, Muy bueno el programa de Julia Bowland (6/4) 



Recomendado de Agenda en La Razón (9/4)


Nota al director Leonardo Gavriloff en "Todo es verdad, todo es mentira" con Luciano Chimento por FM Sur 106.5 (9/4)


Nota en vivo a Oscar Marvic y Luis Godoy en Latitud Gay conducido por Arturo Lodetti en Radio Sentidos (9/4)
Ver nota:


CRITICA de En escena hoy. Por Martín Fernández Tojo (11/4)

Fresa y chocolate: el punto de encuentro

 Teatro La mueca - Cabrera 4255 – Jueves 23hs.

Fresa y chocolate es una de las mejores propuestas que ha brindado el teatro off en lo que va de la temporada. La obra de Senel Paz es una adaptación del guión cinematográfico del mismo autor de la película homónima que se estrenó en Buenos Aires en 1994.
La historia se desarrolla en Cuba en los años 70 y narra la afectuosa amistad que surge entre David, un joven revolucionario, militante y homofóbico, hijo de campesinos que llega a la universidad gracias al régimen castrista, y Diego, un artista homosexual, amanerado, culto, refinado y rebelde. Dos personas que parecen estar a años luz de entenderse y que, sin embargo, a medida que se van conociendo pueden quererse y respetarse cediendo cada uno algo que, en principio, parecía innegociable.
En un país (el nuestro) donde las ideologías están tan exacerbadas que nadie quiere tomarse el tiempo de escuchar al otro ni mucho menos ceder un palmo en sus cerradas convicciones, Fresa y chocolate nos muestra que entre dos seres humanos siempre puede haber un punto de encuentro, un lugar de respeto de las diferencias que permite surgir el afecto.
La versión teatral que llega a la cartelera porteña es decididamente impecable y tiene varios puntos a destacar. La adaptación es amena, fluida y con las elipsis necesarias para que cada escena tenga peso y contenido. La puesta en escena de Leonardo Gavriloff nos traslada a Cuba utilizando solamente tres sillas y resuelve las escenas de manera inteligente y ágil. Por otro lado las actuaciones de Oscar Marvic (el artista) y Christian Carrizo (el estudiante) son excelentes y van construyendo el vínculo entre los personajes con credibilidad y talento. También contribuye al resultado de la obra la labor de Luis Godoy como el amigo de David que encarna lo más duro del espíritu revolucionario.
Fresa y chocolate es una propuesta muy recomendable por la lograda amalgama de los elementos que intervienen: un texto rico y profundo, una dirección exquisita que guía logradamente a los actores y unas actuaciones notables bien iluminadas y con una acertada ambientación musical.
Una linda perla de la cartelera que va los jueves a las 23. Un horario difícil pero que bien vale la trasnochada.
Martín Fernández Tojo



CRITICA de Esteban Rico para Sentido G. (18/4)

http://www.sentidog.com/lat/2014/04/teatro-fresa-y-chocolate.html



Esta puesta teatral de Fresa y Chocolate está basada en la popular película cubana de Senel Paz, estrenada originalmente en el año 1993 y basada en su libro El lobo, el bosque y el hombre nuevo. De la mano del director Leonardo Gavriloff, la historia toma una resonancia fresca y actual, representada mediante una marcada economía de recursos, pero compensada con el intenso compromiso actoral por parte del elenco.
David es un atractivo joven universitario y comunista. Diego es un hombre gay de mediana edad muy culto y con tendencias aburguesadas. A pesar de parecer ser polos opuestos, se conocen y se hacen amigos. En un principio, en el intento de Diego por conquistar a David, la relación comienza tensa y a los tropezones. Una vez pasado ese primer momento, los dos hombres entablan una amistad que se retroalimenta a través de la curiosidad intelectual de ambos y esa necesidad de entenderse y ayudarse mutuamente.
Oscar Marvic entrega cuerpo y alma en su personificación de Diego, ese homosexual tan seguro de sí mismo y a la vez tan consciente de su propia inadecuación en una sociedad que no lo acepta ni lo incluye. Cuesta creer que se trate del primer trabajo a nivel profesional de Marvic, quien está muy bien acompañado por Christian Carrizo y Luis Godoy en los roles de David y Miguel, respectivamente. Este tercer personaje representa un poco el orden y el prejuicio del pueblo cubano pre-Mariela Castro.
Otros elementos importantes de la puesta que plantean un enorme riesgo para los actores son, por un lado, la representación del texto con acento y entonación cubanos y por el otro, la ausencia de utilería. Los intérpretes lo resuelven con soltura, aunque se nota la dificultad de replicar algunos sonidos y tonadas tan típicas del hablar de los habitantes de la isla y el recurso de los libros y tazas de té imaginarios puede resultar un poco difícil al momento de entrar en código por parte del espectador.
Fresa y Chocolate es una obra hecha con elementos nobles y con la intención de contar una historia que nos puede parecer un poco lejana, pero que seguramente varias generaciones anteriores a las nuestras vivieron en carne propia en este y otros lugares del mundo.



CRITICA de Jorge Caporale. La mirada subjetiva (20/4)



FRESA Y CHOCOLATE
De Senel Paz

Por Jorge Caporale
 “El bosque, el lobo y el hombre nuevo” cuento del cubano Senel Paz premiado con el premio Juan Rulfo dio origen al guión de la película “Fresa Y Chocolate”, estrenada en 1993. A veinte años, vemos en Buenos Aires la versión teatral que el mismo Paz ha escrito y decidido reestrenar mundialmente. Por fortuna es el teatro un medio privilegiado para generar preguntas y actualizar debates. Es desde esa mirada que la obra muestra que hay temas que se mantienen vigentes resistiendo la erosión que el tiempo es capaz de producir en una obra literaria. El bosque sigue siendo el lugar donde los hechos ocurren, el lobo, una suerte de máquina de impedir la emergencia, siempre con sus dientes afilados por el prejuicio, del hombre nuevo que no ha conseguido erigirse aún en un nuevo paradigma de convivencia en la diversidad. Es en este punto y desde esta mirada singular, donde Fresa y Chocolate continua interpelando a las conciencias y a las sociedades. Si bien el texto recala permanentemente en la discusión política de un sistema, en este caso el de la Revolución Cubana, el sentido de las mismas excede la coyuntura de un país y se universaliza, cumpliendo con la misión loable del arte,  la de perdurar para permitir la reflexión de todos, en cualquier lugar donde el hecho teatral, el ritual mágico del escenario y los espectadores, se ponga en marcha una vez más para sacudirnos. El vínculo entre Diego, el homosexual,  David el revolucionario y Miguel el obtuso, se juega apelando a los estereotipos, algo que es siempre un desafío que debe sortear el peligro de la rigidez y la simplificación. Sin embargo estos mismos estereotipados permiten, como en este caso, con extrema lucidez, hacer visible de manera contundente la relación entre oprimidos y opresores, las contradicciones de todo sistema económico social y cultural, lo que incita a seguir la anécdota desde el Caribe matizado por distintos sabores sin  perder de vista que la problemática se fuga de las fronteras y se filtra en un mundo más amplio donde, el estigma, la violencia, y las leyes siguen operando con crudeza sobre las minorías sexuales. Y a la luz de los hechos actuales, es justo decirlo, sería de un reduccionismo imperdonable pensar que la represión y el anacronismo de las ideas son exclusividad de la sociedad Cubana solo por el hecho de que la prensa capitalista suele ocultar las atrocidades de sus propios Estados. Basta pensar en los miles de jóvenes homosexuales Rusos apaleados en las calles, en los hombres condenados a cadena perpetua en Senegal, a los encarcelados en distintos estados de los Estados Unidos de Norteamérica en  los que la práctica sigue siendo delito, en los millones de Parisinos (esos, los de “Libertad”, “Igualdad” y “Fraternidad”) que salieron a las calles con las más vetustas consignas para impedir la sanción de una ley igualitaria… y la lista sería muy larga, en pleno siglo XXI. Es por eso que más allá del encuadre elegido por el autor, el mensaje de la obra es constructivo, en cuanto pone en evidencia, la ignorancia, el prejuicio (incluso el de los propios homosexuales dentro de su comunidad) la dificultad en la comunicación y la etiqueta como impedimento de la aceptación del otro en su subjetividad. Siendo a la vez un retrato de la utopía, de eso que podría suceder y que de hecho sucede entre David y Diego, de eso que sería deseable que se profundizara, derribando las máscaras de toda hipocresía, para allanar el camino hacia una Sociedad mejor. Esa es la esencia de Fresa y Chocolate, ese maridaje entre sabores que la Cultura decretó opuestos y que sin embargo pueden combinar en una saludable trama humana e igualitaria, donde el deseo pueda circular sin sangre, sin exilios, sin miedo y que permita pensar al prójimo con respeto, en definitiva, con amor. Excelente trabajo de puesta y dirección de Leonardo Gavriloff y asistencia de Juan Ignacio Sandoval, que logran amalgamar con talento el clima tibio del sol caribeño y la aspereza de los vínculos, que aciertan a intransmitir los cambios y las brisas de aceptación y sus contrapartidas de rechazo y odio. Oscar Marvic transita a ese Diego con el tono más que justo, la gestualidad y el compromiso que su criatura le demanda, poniendo el cuerpo y la voz particular al servicio de su personaje, consiguiendo una actuación exquisita.  Christian Carrizo hace lo propio con su David, con un acento trabajado y trabajoso, jugando con inusitada perfección ese desvestirse, esa coraza que sutilmente cae, dando lugar a esa transformación paulatina y sensible, que va desde la contractura inicial, al sentido dolor de la pérdida, en una labor sin fisuras. Luis Godoy trabaja certeramente desde la mirada y la postura al limitado Miguel que no acepta lo evidente y se enajena en convicciones absurdas, saliendo airoso del controvertido “lobo” que se come a su débil presa. Muy buenos trabajos, que movilizan y percuten en la cuerda exacta de la emoción. Despojada escenografía de Gavriloff que pone a la actuación en primer plano haciendo que cada detalle que no se ve, se vea, se huela y se perciba. Atinada puesta de luces de Juan Ignacio Sandoval, que enmarca los espacios y los tiempos engrandeciendo la puesta con ajustado criterio artístico. Hermosa banda sonora y simbólico diseño de vestuario. 
Fresa y Chocolate aporta al teatro independiente porteño esa necesaria revisión histórica que sigue interrogando sobre la diversidad, el amor, el prejuicio y la ética. Emotiva y muy recomendable.





Nota a Leonardo Gavriloff en "Prohibido Amanecer" de Gustavo Campana. AM 750 (24/4)




CRITICA 

RDA Red Digital Argentina 365. Por Sandra Carrondi (22/4)


Puesta de la obra de Senel Paz a 20 años del estreno de la película.














Al verlo retrospectivamente, Cuba y homosexualidad no son un paralelismo aceptable, máxime si se retrotrae a 20 años.

Desde el estreno de su película "FRESA Y CHOCOLATE", ha sido una temática desafiante tanto para actores como directores. La nueva propuesta, con escenografía minimalista -no necesita más- permite al espectador observar con ojos cómplices la realidad de estos personajes.
Excelente el director que llevó al extremo a los mismos, para enmarcarlos en elrealismo de un lugar y un tiempo. Los actores te llevan por su laberinto, sin necesidad de moverte de tu asiento. Muy bueno!!!


Cuidado en los detalles, es una obra que te permite transitar por las calles de Cuba y asomarte en sus ventanas, tocar sus puertas y vivir sus experiencias. 
Una obra de temática homosexual, que está plenamente dirigida al "amor". Quien pudo disfrutar de la película, puede recordar, quien no puede vivenciarla.
Absolutamente recomendable para una noche especial de un espectador que quiera tomar esta propuesta para descubrir, para aplaudir y sobre todo para enamorarse.


CRITICA 

Red Teatral. Por Gustavo Scuderi (27/4)



FRESA & CHOCOLATE (Nuestra Crítica)
"Los sabores de la vida"…

Entre tanta variedad en la cartelera, es injusto que ciertas joyitas pasen inadvertidas. Hay muchos teatros en la actualidad, y es verdad que alejarse de la comodidad del circuito comercial muchas veces, desanima. Pero invito al espectador, mediante tanta tecnología, a chequear las obras que se dan, más allá de los diarios masivos. 

Cuando me enteré de que la película emblemática del año 1993, “Fresa & chocolate”, nominada al Oscar, ganadora del Goya y cientos de premios, se estrenaba en Buenos Aires en una nueva versión teatral, suscitó inmediatamente en mí mucho interés.

Es una de esas películas que uno lleva en la memoria, donde el régimen cubano se hacía patente y proporcionaba un marco a una exquisita historia de no-amor entre dos hombres. También sirvió como lanzamiento de uno de sus actores a nivel mundial, Jorge Perrugoría. Tanto el guion de la película como la autoría de la pieza y todas sus adaptaciones son del genial cubano Senel Paz.
 

Esta pieza se presentó en diferentes escenarios del mundo y ahora llega a la Argentina, a mi criterio merecía un horario mejor, más accesible al público. Pero doy por descontado que los buenos comentarios harán que el espectador se acerque los jueves a las 23.00 hs al teatro La Mueca (en su nueva dirección) en los meses de Abril-Mayo y Junio.

Cuando Diego se sienta en la mesa de una heladería emblemática de La Habana, supuestamente por casualidad, la vida de David cambiará para siempre. Diego es un homosexual de carácter y seguro de lo que quiere de la vida y de cómo lograrlo. Por eso cree que David va a caer en sus encantos, como muchos de los jovencitos locales y los turistas que pasan por su casa. En realidad sabemos que lo que él busca es alguien que de cierta manera lo contenga. David, por su parte es un militante, revolucionario, que muchas veces apunta con el dedo acusador a la diferencia y elección sexual de Diego. La unión de ambos es imposible pero con el paso del tiempo esta relación cambiará por siempre la vida de ellos dos. Lo interesante de la pieza, y de la película, es la alegría, la esperanza que ponen cada uno de ellos, en especial ese querido y entrañable personaje representado en Diego.

Debo admitir que empecé a buscar la trayectoria de cada uno de los actores, que siempre creí eran cubanos; pero tanto Oscar Marvic (Diego), Christian Carrizo (David) y Luis Godoy (Miguel) son argentinos! Y allí está la punta del ovillo, hay que reconocer que es en ese detalle donde comienza la excelente interpretación de estos actores.
Sus actuaciones, en especial la de Oscar y Christian es de una precisión que pareciera que el personaje devora al actor. Esto es increíble, sus criaturas van tomando vuelo y en especial Oscar hace una performance perfecta y su Diego es muy creíble; pasando por diferentes momentos, cómicos, dramáticos y cada uno de los eslabones cierran a la perfección. El tramo donde explica los diferentes tipos de gay es sumamente gracioso y conciso, esto luego se repetirá en el final pero desde el lado de David y ahí nos damos cuenta de los buenos actores que son.

Otro hallazgo que tiene la obra y que a mí me gustó muchísimo es la musicalización, bien cubana. Uno realmente se siente en esa casa de La Habana. Acompañado todo con una muy buena iluminación de Juan Ignacio Sandoval quien también es el responsable, junto al director, de la banda sonora.

La obra delicadamente dirigida por Leonardo Gavriloff, se apoya fundamentalmente en la propia magia de la pieza. Leonardo logra el clima justo, donde se nota en él una cintura ideal para lograr que la misma funcione como un reloj. Grandes hallazgos logra en su puesta, en la plasticidad de los movimientos del principio, en el personaje de Miguel, donde recae la mirada acusadora, vigilante del estado.
 

“Fresa & chocolate” es una pieza fundamental en la cultura cubana, que oficia de muestrario para otros continentes. Con grandes actuaciones, muy bien logradas y con una puesta y dirección rayana a la excelencia.

A veces lo más pequeño esconde una grandeza que desnuda la hipocresía, la injusticia de una sociedad, que no quiere escuchar su propia voz.

GUSTAVO MARTIN SCUDERI


Nota 4x4 de Tiempo Argentino a Leonardo Gavriloff (30/4)











Nota en Vos, dos y más. Invitados Christian Carrizo y Luis Godoy Con la conducción de Mabel Saez. Radio Arinfo (3/5)


Para descargar el audio:




CRITICA 

Mirada H. Por Daniel Pereyra (3/5)


Teatro: Fresa y Chocolate

Por  | 1 Comentario
Por Daniel Pereyra – Mirada-H
Como en las grandes pequeñas producciones independientes, los rostros son cercanos.
“Ahora damos Sala” decía el director de la Obra Leonardo Gavriloff minutos pasadas las 23hs.
Ingresamos y comenzamos a tomar asiento; suavemente las luces y la música, comandada por el asistente de dirección Juan Ignacio Sandoval, nos fue llevando hacia el Caribe Cubano mientras los protagonistas, ya sobre el escenario, nos fueron envolviendo con un dulce acento cubano.
La escena del primer encuentro, en una heladería de La Havana castrista, entre Diego(oscar Marvic) y David (Christian Carrizo) provoca sonrisas cómplices entre los espectadores, que reaccionan frente a la aleatoria asignación de la masculinidad del helado de chocolate y la femeneidad del helado de fresa (frutilla) que lentamente nos va introduciendo en un verdadero y profundo drama.
La maravillosa interpretacion de Oscar Marvic, y la destacada actuación de Christian Carrizo hacen sonreir y lagrimear a más de un expectador.
          
La moral y la consciencia social de la revolución cubana es Miguel (Luis Godoy) quien debe poner límites a esa “libertad” para no alterar el orden establecido, porque un libre pensador que piense diferente al régimen es un subversivo que debe ser castigado.
La historia, mundialmente conocida por la película homónima, del cubano Senel Paz este año cumple 20 años y su autor la ha re-escrito para esta nueva puesta en escena.
Es casi imposible no trasladar a recientes experiencias vividas en algunos países latinoamericanos donde se confunden la libertad de pensamiento con la postulación de un enemigo, lo que abre una grieta social que tarda en sanar, y ello pone de manifiesto su actualidad pese a cumplir ya dos décadas.
Fresa y Chocolate consigue combinar en un delicado equilibrio el amor, la fantasía y el anhelo de libertad que junto con las extraordinarias actuaciones, puesta en escena y dirección hacen de esta propuesta una cita imperdible!
Fresa y Chocolate - Todos los jueves a las 23hs en Teatro La Mueca


VEA MAS (9/5)



CRITICA 

Portal de noticias, arte y espectáculos de Martin Wullich
Por Camilo Barajas Hernández (15/5)


FRESA Y CHOCOLATE, tensionante intimidad

Interesante visión teatral del libro de Senel Paz

Actúan: Christian Carrizo, Luis Godoy y Oscar Marvic – Autor: Senel Paz – Dirección: Leonardo Gavriloff
Con esta adaptación para teatro de Fresa y Chocolate, Leonardo Gavriloff lleva a cabo un desafío riesgoso. Lograr esta puesta en escena supone una dramaturgia en la cual es necesario tener en cuenta la idea original, escrita a modo de cuento por Senel Paz, llamada El lobo, el bosque y el hombre nuevo, a la cual se sumaría en 1993 una versión cinematográfica a cargo de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.
Este diálogo entre narrativa y cinematografía puede apreciarse claramente. Se asiste a una historia que gira en torno a dos hombres cubanos que, por sus diferencias, se sienten tan atraídos como contrariados; el estado de tensión entre un joven estudiante comunista y un artista marginal homosexual es el corazón de la obra.
Para recrear este universo íntimo que se va formando en los encuentros a solas entre ellos, el director ha elegido sin duda al cuerpo como objeto directo y sin mediaciones. Con muy pocos recursos en escena, los actores quedan abandonados a un teatro físico en el que cada gesto y cada acción son esenciales para contar el repentino surgimiento de una amistad construida sobre la diferencia. La interpretación actoral da cuenta de esta búsqueda y, en particular, la riqueza gestual de Oscar Marvic resulta nutritiva, graciosa e inquietante.
Sin embargo, para quienes hayan visto la versión cinematográfica, algunos fragmentos conservan cierto acento dramático de los personajes. La actuación del elenco deja abierta la posibilidad de que la búsqueda corporal pueda ir aún más allá, al hallazgo de nuevas formas de expresar la tensionante y frágil intimidad que caracteriza al relato.
A su vez, seduce el modo en que mediante intensos y emotivos monólogos esta nueva versión actualiza la psicología de los protagonistas, abriendo un lugar para escuchar la historia personal de cada uno, detalles de su pasado, voces que se agitan, tal como puede sentirse en la versión narrativa de Senel Paz. Es entonces cuando se tiene la sensación de asistir al teatro interior de estos hombres, a su necesidad de afirmarse en la identidad que terminará por reconocerse en la diferencia.
Camilo Barajas Hernández

Nota chat a Oscar Marvic (20/5)
http://notachat.blogspot.com.ar/2014/05/notachat-oscar-marvic.html




La razón. Agenda (21/5)



Nota a Leonardo Gavriloff y comentario de obra. Por Javiera González. Revista Ambar (27/5



Martes, 27 Mayo 2014 01:53

Fresa y chocolate

Escrito por 




"Hoy también serían personajes inconformes, luchadores y críticos;
satisfechos con algunas cosas que han evolucionado para bien
e inconformes con las angustias y las incertidumbres del futuro”
Senel Paz

         Una obra teatral que se construye como un espacio de libertad para dejar fluir los pensamientos y sentimientos que afloran a pesar de las diferencias sexuales. Caribeña y cálida, entre oceánicos sonidos, cantos de pájaros marinos y música tropical, todo inundado de la vibración de la música amarillenta en la que se entremezcla el pasado crudo y conmovedor, y un presente desbordante de espíritu revolucionario. Una historia de amistad que supera la intolerancia, dos hombres que llegan a conocerse a pesar del recelo del otro. Chocolate: David, un joven militante del partido comunista. Fresa: Diego, un intelectual homosexual y religioso, que finalmente decide abandonar el país escapando de la intolerancia. Fresa y chocolate es el desafío de poder llegar a un abrazo final de autenticidad.
         La puesta en escena es una nueva versión teatral de la película cubana homónima a 20 años de su estreno. Situada en Cuba Post-Revolucionaria, nos presenta una crítica sobre la situación social, política y económica del país. Además de una reivindicación de la homosexualidad a través de personajes reales y cercanos.
         Como nos cuenta el director de la puesta en escena Leonardo Gavriloff, la propuesta surge “ante la necesidad de transmitir el sentir de los integrantes del grupo comprometidos con la historia y con el contenido de la obra, cuyo texto fue especialmente enviado por su autor, el cubano Senel Paz, confiando en el criterio sencillo de Puesta y con algunos arreglos textuales debido, justamente, al auge de este tema todavía en discusión en algunos países.”
         El guión de la película también fue escrito por Senel Paz basado en su cuento ganador del Premio Juan Rulfo, El lobo, el bosque y el Hombre Nuevo y fue dirigida por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío. La película que puso a los cubanos frente a sus propios prejuicios sexuales, se estrenó en 1994 y fue premiada por el mejor guión en el XIV Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana. Su importancia se relaciona directamente con que llevó a la palestra el tema de la homofobia, permitiendo el enfrentamiento de los tabúes que restringen los espacios de libre expresión y participación para todos y todas. Es así como se le otorgó visibilidad pública al tema en diversos medios de comunicación, y se dio el primer paso para generar un movimiento en defensa de la comunidad homosexual.
        
La obra desarrolla un triángulo conflictivo entre tres personajes, David, Diego y Miguel, y se centra en la problemática que propone la reivindicación de los homosexuales –quienes han dejado de ser personajes risibles- exhibiendo un homosexual culto e intelectual, imagen que se contrapone a la de David, un revolucionario provinciano carcomido por la doctrina cegadora.
       
  Por otro lado, está fuertemente desarrollado el personaje de Miguel, cuya presencia en palabras de Gavriloff es una figura valiosa “tanto como recurso estético y también para crear el clima dramático del poder creando por momentos incomodidad en el espectador ante la simple situación de ser observado. Algo que experimenté en Cuba, y que reina en todos aquellos lugares donde el distinto es mirado y observado por los lugareños y crea opresión, asfixia y falta de libertad.”. Sensaciones que se hacen extensivas a nosotros, que no intervenimos pero nos vemos involucrados, juzgados e incomodados, al igual que Diego. El escenario se hace extensivo hasta nosotros, los otros, que observamos y oprimimos a destajo.
         El uso restringido de elementos en el escenario responde a una concepción estética particular de Gavriloff, que el plantea como minimalista, y comenta que “se debe a una idea común en algunos de mis trabajos de Puesta y gusto estético, para re-significar el mensaje y para acentuar el desafío actoral que significa este tipo de planteos estéticos. Además según la visión del mismo autor, que plantea solo tres espacios, la confitería Coppelia, la casa de Diego y la habitación de los estudiantes, según tengo entendido rinde homenaje a la estética del  Teatro Cubano”.
         El conflicto se desarrolla por medio de estos tres personajes inconformes, que hacen uso de un trabajado lenguaje corporal muy sensible y preciso, que al conjugarse con la cuidada ausencia de elementos, la iluminación cálida en rojo-amarillo-naranja, y la música cuidadamente entremezclada se va creando un ambiente muy tangible, en el que se construye para nosotros, indirectamente a través de múltiples elementos esta Cuba imaginaria. Lugar donde se nos vigila y se nos intenta castigar, donde los otros son la censura, donde se habla de revolución pero los conflictos sociales se mantienen inamovibles y siguen actuando de alguna manera sobre todos nosotros.   
         En la música destaca Adiós a Cuba (1875) del músico cubano Ignacio Cervantes, pieza que viene a representar un reflejo de la complicada situación de David en la isla, víctima de la gran contradicción cubana donde múltiples religiones, preferencias sexuales y pensamientos conviven bajo un sistema doctrinario radical. A partir de esto, también se evidencia la reflexión íntima de Daniel, un individuo expuesto a un conflicto ideológico potente, que en esta situación de restricción se ve limitado a monologar respecto de un contexto de intolerancia en el que no sabe cómo actuar
         Una obra que continúa reafirmando la necesidad de sumar expresiones críticas dentro de la sociedad, a través de la exposición de las problemáticas sociales y los prejuicios sexuales. Problemáticas vigentes que de uno u otro modo tocan el tema de la aceptación auténtica del otro/extraño/distinto. 


CRÍTICA. Por Walter Mooney para Radio Zónica


FRESA Y CHOCOLATE

El cine nos tiene acostumbrados a que muchas de aquellas obras de teatro que han sido éxito, sean luego trasladadas a la pantalla grande. Claro que esto no conlleva necesariamente idéntico suceso, es que cada género tiene sus propias reglas y a veces resulta difícil este traslado.
En los últimos tiempos se han invertido los papeles, es el teatro ahora quien toma historias cinematográficas y les da otro formato. Ejemplo: 2 éxitos del maestro sueco Ingmar Bergman....Escenas de la vida conyugal y Sonata otoñal y actualmente Dos picaros sinvergüenzas con el binomio Sur/Fran cella basado en el film del mismo nombre que ya tuvo dos versiones cinematográficas.
Es ahora una nueva versión teatral de la película Fresa &  Chocolate del cubano Senil Paz .Basada en el cuento  El lobo, el bosque y el hombre nuevo. La película consigue mostrar lo que une a las personas por encima de las convenciones sociales. La película cubana muestra los entresijos de la vida en La Habana y la represión que sufre un homosexual en la sociedad cubana de los años setenta.
Con la puesta en escena y dirección de Leonardo Gavriloff,  los actores Luis Godoy, Oscar Marvic y Christian Carrizo dan vida en el teatro La Mueca a esta historia de amistad.
El director ha optado por un ámbito despojado, acompañado simplemente por unas sillas, con una puesta de luces sugerente y una acertada elección musical que nos ambienta en La Habana de los 70, cada uno de los actores recrea a través de la gestualidad los elementos que no están,  pero que uno ve a través de los intérpretes.
Todo aquello que el cine nos brinda generosamente a través de las imágenes...colores, paisajes, ambientación, aquí trasladados a un escenario despojado,  permiten ser visualizados por el espectador a través de la imaginación que enciende el grupo actoral.
Oscar Marvic como Diego logra momentos de sinceridad y desasosiego, una excelente composición.  Christian Carrizo como David maneja muy bien la ingenuidad del personaje y transita con comodidad los cambios y el asumir la realidad que le toca vivir. Finalmente Luis Godoy como Miguel los acompaña con autoridad en su rol.
En definitiva, una estupenda versión que hace honor al original. Es una de esas joyitas teatrales en un teatro que hace tiempo ha dejado de ser rotulado como off:- simplemente buen teatro.-
Todavía tiene la oportunidad de verlo durante el presente mes de junio los días jueves. Es una excelente opción para no dejar pasar.
   

Walter Manzolido Mooney
Radio Zonica





CRÍTICA. Por Zaira Marchetto para Criticando teatro (25/6)

http://criticandoteatro.blogspot.com.ar/2014/06/fresa-y-chocolate.html

FRESA Y CHOCOLATE

“Cuando el amor se establece y hace caer los velos que ocultan la cara de la tiranía social”

Escribe Zaira Marchetto 


            Tres hombres semidesnudos, tres sillas, tres toallas blancas que tapan aquello que “no se debe ver”. Tres, pequeña introducción de lo triangular que siempre, aunque no queramos, resulta eternamente conflictivo. Triangularidad para ser perpetuada, triangularidad para ser quebrantada, pero triangularidad al fin. El resto, su contenido, lo decide la sociedad. 



            Una obra que toma como eje aquello que fuera tomado por otra obra: la película que lleva el mismo nombre de esta pieza teatral “Fresa y chocolate”, del año 1994, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, ambientada en la Cubade los `70.[*]


            Y es a partir de allí que se retoma el tema de los prejuicios ante “la diferencia”, pero lo que es necesario advertir es que la diferencia lo es tal solamente desde una visión impuesta por mandatos socio-históricos y culturales, lo cual la trama argumental de Fresa y Chocolate pone de manifiesto desde una labor actoral que interpela permanentemente a su espectador, a partir de un cuestionamiento provocado por la disolución entre acto y acto de la cuarta pared, y desde la dinámica relacional entre los actores per se.



            







           El director de la obra, Leonardo Gavriloff, apuesta a un re-posicionamiento escénico de ciertos prejuicios que, una y otra vez, no hacen más que levantar barreras y que generan desastres de todo tipo entre los seres humanos: mandatos religiosos qué indican cómo sentir y hasta dónde, cómo pecar sin pecar, cómo convivir con la sexualidad o como reprimirla hasta el punto de la violencia. Designios políticos que, por su parte, direccionan las subjetividades de cada quién, permitiendo que veamos al otro como un enemigo y no como un “par” humano.


            Una autenticidad propiciada en la comunión entre dos seres que, sin embargo, no deja de hacernos vislumbrar el “peso” de la sociedad, y el castigo inminente ante la transgresión y quebrantamiento de las reglas que perpetuan un statu quo arbitrario y despótico.


            Desde lo escenográfico encontramos una puesta despojada, donde el acento está sobre las “ies” de lo actoral por sobre la configuración espacial y sus connotaciones semánticas.            

           









          Sobre este punto le preguntamos a Gavriloff, quién también hizo las veces de diseñador escenográfico y vestuario, y nos comenta que:

 “Siempre intento que el trabajo del actor brille por su labor, sin artilugios externos. Es por eso que trato de evadir la cáscara escenográfica: trabajo con espacios vacíos o sugerentes, con elementos sumamente necesarios; lo que no se usa no es necesario y que está se explota a fondo. Por eso utilicé ese espacio con una tela como límite de la acción, simulando tambien un lugar determinado y cerrado, que bien podría ser una isla donde sucede toda la acción. Y las sillas para la comodidad de los actores que deben servir como un signo de calma y tranquilidad, pero que, en la historia, esa calma y quietud se van transformando según los conflictos que van apareciendo”. 


            Dos sistemas cobran singular importancia en el presente caso: el musical y el sonoro, también pre-digitados por Gavriloff acompañado por Juan Ignacio Sandoval. Ambos juegan el papel de índices tanto de lo geográfico -el repertorio de piezas elegidas nos ubica en Cuba- como de lo espacial, dado que a partir de sonidos se ubica al espectador en un escenario de playa y mar. De esta manera, se cierra el sistema significante que la puesta nos trae para poder capturar su sentido y mensaje en tanto sujetos decodificantes.           


            De lo mencionado nos cuenta el director que:


“La música sirve de entorno y significación del lugar -concretamente Cuba- mezclada con el sonido del mar como referencia del sitio mágico dónde sucede la historia, una isla, un paraíso, un pueblo lleno de magia, historia, seducción y encanto.

La música de Adiós a Cuba es planteo del autor y solicitó que no se la cambie, pero el resto de la música quedó en mis manos.

El primer tema es Caribe soy… también el clásico Ay mamá Inés yDos almas (el tema de la escena de Diego y Miguel, dos de los tres personajes de la obra). El autor cubano que interpreta los temas de la década del ´50 es Leo Marini.Para la salida del público el clásico Cuando salí de cuba. De María Callas elijo Lucia di Lammermoor - Regnava nel silenzio, y el Ave María. Este ultimo usado en la escena de confesión de Diego, donde uno el espacio religioso de su escuela con la pérdida de su virginidad en ese encuentro con su compañero.Y el círculo se cierra nuevamente con el tema Caribe soy, donde casi siempre estilo cerrar mis trabajos con la idea circular, donde empieza y termina, y se ven los cambios en el recorrido. Como la vida, todo tiene un principio y un fin, es cíclica”.            


            Fresa y chocolate, de la mano esta vez de Gavrilof y su equipo, nos presenta la oportunidad de reflexionar ciertos designios sociales, políticos y religiosos, a fin de evaluar si, en los veinte años que transcurrieron desde la película que inspiró este hecho teatral, hemos podido realmente avanzar hacia una toma de conciencia sobre los propios prejuicios, que internalizamos quizás sin saberlo, pero que es necesario re-conocer para poder expulsarlos de nuestro sistema valorativo.




Boquitas pintadas

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La vigencia de Fresa y chocolate, a 20 años de su estreno

Ya son veinte años de amor. En 1994 se estrenó la conmovedora película Fresa y chocolate, sin saber que se convertiría en uno de los mayores clásicos del cine gay.  Este film retrata como pocos la batalla que la disidencia sexual e intelectual perdió (y, en menor medida, sigue perdiendo) contra la homofobia.
Esta es una entrevista exclusiva al escritor y guionista cubano Senel Paz, que le realizó en su reciente visita a la Argentina la periodista Martina Cáceres para Boquitas pintadas.
Senel Paz es autor del cuento El bosque, el lobo y el hombre nuevo, que fue  adaptada para el film Fresa y chocolate (1994). Esta obra (dirigida por Leonardo Gavriloff) se presentó en su versión teatral en la Argentina y, por este motivo, visitó el país. Fue uno más aplaudiendo y emocionándose en el Auditorio Losada donde se presentó el pasado 17 de agosto.

Senel Paz, escritor y guionista
Este es el diálogo de Martina Cáceres con Paz:
Todavía me acuerdo de esa escena con la que el film arrancaba: el personaje de Diego sentándose a tomar un helado en la mesa de David para sacarle charla, ponerlo incómodo delante de lxs mirones y de paso, seducirlo. Diego es muy marica y David muy militante, es decir: muy machista. Y la historia no es exactamente la de un romance, ya que el sexo entre los dos no termina por consumarse, pero la amistad, que para la Cuba de entonces parecía un imposible por tratarse de enemigos políticos, sí.
Basada en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz,  Fresa y chocolate se ha multiplicado en estas dos décadas en una serie de versiones teatrales que tuvieron como escenarios Lugano, París, Caracas, y actualmente también Buenos Aires. Esta última, la local, de puesta austera y dinámica, se pudo ver hasta hace dos meses atrás en una sala de Palermo. Dirigida por Leonardo Gavriloff, esta pieza conservó sus guiños de época (los ’70),  pero también su espíritu contemporáneo a la hora de ponerle palabras a la problemática gay en un mundo – no un país-  que, más allá de los sistemas políticos, sigue entrampado en la normatividad.
- ¿Qué significó el estreno de Fresa y chocolate para Cuba?
- Creo que el público disfrutó y se sintió orgulloso de un libro y una película que lo ayudaron a librar una primera batalla contra algunos fantasmas. La gravedad de la homofobia y los prejuicios contra la diversidad de género en Cuba no respondía a que nuestro país fuera el más violento de todos o a una ideología más intolerante y bárbara que otras. Al contrario, a pesar de ser también una sociedad machista, creo que la relación desprejuiciada del cubano con la sexualidad y la religión atenuaban la violencia en comparación con otras sociedades y favorecía la permisividad, sin negar por supuesto casos extremos y horrorosos que no porque nuestra prensa los ignore dejan de existir.
- ¿Y a qué respondía esa homofobia?
- La gravedad y lo inadmisible de la homofobia en Cuba en aquella época es que era institucional más que social e invadía zonas del pensamiento y los derechos del individuo más allá de los sexuales y se contraponía a los ideales libertarios y humanistas proclamados por el socialismo, provocando confusión, desencanto y doble moral. El modelo del hombre nuevo imponía como obligatorio y único el modelo heterosexual, ateo y marxista. Y punto. Se renunciaba así a la diversidad y complejidad humanas y se provocaron no pocos sufrimientos y absurdos. En la época a que se refiere la película (años 70) y en las que se exhibe (años 90), el Estado iba por detrás de la sociedad porque ésta ya estaba preparada y ansiosa por librarse de su carga homofóbica y de intolerancia religiosa. De hecho, la descargó en cuanto tuvo la primera oportunidad ayudando de paso al Estado y al Partido a hacer lo mismo y por eso hoy el homosexual y el creyente pueden incluso ser militantes comunistas. No quiere decir que se resolvieran todos los problemas sino los más apremiantes, pero se pudo pasar al nivel de complejidad siguiente, como en los juegos. De la situación de los años 90 al jolgorio popular en la celebración del día contra la homofobia y el orgullo gay media un abismo, y otro hasta la normalidad plena.
- Aún falta para eso, porque estos cambios no se traducen en leyes inclusivas para la comunidad LGTB…
- En este momento, creo que el Estado de nuevo se está quedando rezagado  de la sociedad en éstos y otros temas del individuo y la familia porque es reticente a abordarlos jurídicamente y a reconocer y regular mediante ley las nuevas realidades y aspiraciones de la gente. En este punto, el Estado pone más atención a sí mismo que a la sociedad y su prioridad es lo económico. Pero, por suerte, las luchas en este y otros campos no solo son más entusiastas y masivas sino también más inteligentes y comprometidas con la esencia originaria del proyecto revolucionario. Por su vocación libertaria y humanista, su sentido solidario y festivo de la vida, el pueblo cubano estaría alegremente a la vanguardia en todas estas luchas.
- ¿En Cuba, como en la mayoría de las sociedades, todavía sigue siendo necesario combatir el arquetipo del homosexual ridículo o payasesco, del que el personaje de Diego se queja en la película?
- La representación ridícula o payasesca, cuando el propósito es denigrar o desconocer los valores humanos del homosexual, hay que rechazarla y combatirla porque es ofensiva y responde a estereotipos y prejuicios. Ahora, no reconocer a las personas afeminadas y afectadas como parte de la familia gay y avergonzarse de ellas es también un prejuicio. A todos, constantemente, nos asaltan los prejuicios y debemos estar alertas. El personaje de Diego, reprimido y rechazado, es a su vez portador de prejuicios cuando piensa que su condición intelectual y de persona culta e inteligente lo eleva por encima de los demás de su clase y lo hace excluible del rechazo general. A la hora de ser representados, nos acogemos a los códigos dominantes: queremos ser el negro guapo y deportista o músico, el homosexual intelectual y sin plumas, el latinoamericano descendiente de europeos, la mujer sensual que hace voltear a los hombres. ¿Y el negro de pelo tieso o pasa y nariz chata; el maricón feo, amanerado, marginal, sin cultura, viejo; nuestra versión violenta y depredadora? También somos esos y esas, no solo la versión estilizada y primorosa.
El homosexual evidente, y más si es pobre, ha sido el que peor lo ha pasado, sobre el que ha recaído la mayor dosis de rechazo y violencia porque no tiene la posibilidad de cubrir su amaneramiento con Armani o Versace o estudios universitarios. Pienso que el papel de payaso o enfermo, así como el humor y los  recursos linguísticos, han sido armas de defensa del homosexual, una especie de tinta de calamar que les ha permitido pasar inadvertidos, hacerle fintas al agresor y soltar sus dardos en el momento conveniente. Mi personaje utiliza esos recursos a conveniencia, y en otros momentos los abandona. Es probable que el homosexual, en los últimos tiempos, sea más rechazado por su condición inteligente y su inconformidad y activismo social que por la propia orientación sexual, aunque sean los prejuicios sobre esta lo que respalda la represión.
Senel Paz, escritor y guionista cubano, visitó la Argentina
- Hoy en día, ¿se pueden conseguir en Cuba libros de John Donne, Konstantino Kavafis, Truman Capote y todos los autores homosexuales que se nombran en el guión?
- La dificultad para editar libros de autores extranjeros en este momento no creo esté para nada relacionada con la orientación sexual de los autores y ni siquiera el contenido de los textos en esa línea, sino en la dificultad económica para adquirir derechos y en la precariedad de nuestra industria editorial. Apenas se importan libros y solo existen dos casas editoriales dedicadas a literatura extranjera. En contraste, Cuba sigue teniendo un importante nivel de lectura aunque también entre nosotros vaya a la baja. Los autores cubanos citados en la película y en mi relato sí han sido muy editados y promocionados con excepción de los que radican o han muerto en el extranjero, algunos de los cuales han dejado escritas trabas a la edición de sus obras en Cuba por motivaciones políticas.
- En la isla, ¿se produce y difunde literatura LGBT?
- La literatura conocida como LGTB (tipo de clasificación que no me gusta para la literatura, por parcelas temáticas), producida por autoras y autores cubanos, o la de tema homoerótico, y los estudios correspondientes, tienen buena difusión, del mismo modo que el tema está muy presente en el teatro, el cine, la televisión, las artes plásticas y hasta la música.  Incluso creo que ha habido momentos de saturación, a veces con retorno a la banalidad y el facilismo. El tema no es tan sencillo como parece, plantea importantes dificultades de lenguaje. Yo no he vuelto a abordar el asunto después de Fresa y chocolate. No me muevo por temas, sino por personajes, de modo que alguna vez puede sorprenderme un retorno de Diego u otro personaje cualquiera.



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